Vanity Fair: Así son las cenas que han revolucionado el Barrio de Salamanca

Cuando su tercera hija empezó a dormir, Silvia Moreno se dio cuenta de dos cosas: que hacía tiempo que todas las conversaciones giraban en torno a pañales, biberones o falta de sueño; y que su trabajo como editora digital en Santillana estaba muy bien pero no acababa de satisfacer sus aspiraciones profesionales.
Por la red no hacían más que circular mantras en torno a seguir el don de uno y buscar la vocación con independencia de la profesión, así que esta psicopedagoga a la que siempre le ha gustado “celebrarlo todo” convenció a su marido para organizar cenas temáticas en su casa: un viernes al mes invitaría a un experto para que charlase sobre un tema y abriría la velada a todo el que quisiera apuntarse y cupiera en su salón.
Ella misma cocinaría y entre todos los asistentes se abonaría el precio total de la cena. “Ese era el plan inicial. Aunque desde el principio quise hacer una web para dar a conocer el proyecto y la respuesta fue muy rápida. Sobre todo me apetecía aprender de otros y volver a disfrutar de una buena conversación”. Ni “mealsurfing” ni “colunching” –anglicismos que describen la moda de comer con desconocidos mientras se viaja o en la propia ciudad–, Silvia se inspiró en su abuela Hilda, “una gran anfitriona a la que le encantaba recibir y hacer fiestas”. Pero además es la octava de nueve hermanos y “echaba de menos la gente, barullo y las charlas interesantes que siempre había en casa de mis padres”, explica.
Ahora, la que propicia charlas interesantes es ella. La primera fue en enero de 2014 y, 3 años después, por su mesa ya habían pasado más de 2.000 comensales y unos 150 expertos. Tiene lista de espera que en algún caso ha llegado a las cien personas cada vez que Cenas Adivina anuncia quién vendrá a cenar esa noche y, nos cuenta, ha sido tal el éxito que hace año y medio pudo dejar su trabajo para dedicarse por completo al proyecto.
“En las dos primeras cenas, la “experta” era alguien de mi grupo de amigos, pero para la tercera se lo propuse a Nuria Pérez, un contacto profesional con quien había conectado muy bien en su momento. Cuando se lo propuse le encantó el proyecto y vino para hablarnos de Sparks and Rockets. Sus seguidores empezaron a seguirme y así ha ido ocurriendo con otras personas y proyectos como Hello Creatividad, Laura Baena del Club de las Malas Madres, Antonella Pucareli de Ikea, o Bea Gaspar de Con botas de agua”.
Raro es el nombre anterior que no suma decenas de miles de seguidores en Instragram, la red social responsable del crecimiento de esta iniciativa. Y en ese ecosistema, todo el que tiene un blog, un proyecto digital, una iniciativa solidaria o algo que enseñar ha formado parte de Cenas Adivina: “Ahora hacemos unas dos cenas a la semana. Muchas sobre marketing digital, emprendimiento y proyectos en redes sociales. También sobre educación, aprendizaje, metodologías pedagógicas y todo lo relacionado con los blogs de maternidad, que es una comunidad que siempre me ha interesado mucho. Hay cenas que consisten en conocer de tú a tú a gente que admiras y tener la oportunidad de que te cuente su historia personal, su recorrido. Y también organizamos cenas solidarias, en las que damos a conocer una fundación y lo que hace. Lo hemos hecho con la Fundación Síndrome de Down Madrid o con Paco Arango, de Aladina. La gente está deseando ayudar”.
La gente y ella, que relata que cada vez que conoce a alguien que en su cabeza puede simpatizar o ayudar a otro alguien, hace listas para organizar “cenas a ciegas, más pequeñas” y garantizar que esas personas se conozcan. “A esas cenas las personas vienen sin saber a quien voy a presentarles y es precioso acertar y ver cómo conectan gracias a ti, se caen bien y se ayudan tanto en lo profesional como en lo personal”.
Algo así como una red de “networking” a mesa puesta por una Celestina que ya cuenta con varios colaboradores: una chef, una bodega y un mercado de productos frescos online. “De pronto empezó a llamarme gente que nos seguía en redes y que quería colaborar. Al principio yo lo hacía todo y ni tenía un minuto libre ni me salían las cuentas. Pero seguí porque me entusiasmaba y ahora me ayuda en la cocina Tamara, Rioja Alta nos sirve el vino y Organizados nos da el producto de las cenas. Otras muchas personas me ofrecen los salones de sus casas, que ya es decir. Así que hemos podido organizar Cenas Adivina en Oviedo, Bilbao, San Sebastián, Barcelona y en el tercer trimestre del año haremos una en Londres y otra Miami”.
Porque esa es otra. Sus seguidores de otros países, en su mayoría expatriados españoles, le proponen internacionalizar el proyecto y Silvia no lo descarta aunque insiste en que lo único que desea es seguir manteniendo la esencia de sus cenas. “Compartir un rato con otras personas y habla sin prisa, como se hablaba antes, para que todas y cada una se den cuenta de que nuestras experiencias, sean las que sean, pueden ayudar a otros más de lo que pensamos”. En el siglo XXI, dar de comer al hambriento sigue siendo una buena manera de ayudar aunque el hambre sea de diálogo y la comida emplate antiguas formas de relación.
Texto: Sacado de este reportaje de la Revista Vanity Fair.es
Foto: Instagram Cenadivina
Comentarios de Facebook